En Venezuela hay unas torres embrujadas. Un halo de misterio envuelve a las Torres del Sisal, una vieja edificación que comenzó a construirse en 1976 durante el primer período presidencial de Carlos Andrés Pérez. Cuando Dori Parra de Orellana era gobernadora del estado Lara.
Un día, un contratista llegó a Barquisimeto, al frente de una compañía, decidido a erigir allí las torres más grandes y lujosas que tendría Venezuela. Desde luego, una construcción muy ambiciosa que, según dicen los lugareños, le cayó una especie de maldición al ser escenario de actividades extrañas, oscuras y hasta paranormales.
Tragedias en las Torres del Sisal
La idea era levantar 4 torres con 27 pisos cada una. La intención era albergar unas 1.000 familias. Los suelos eran inestables y de repente, avanzada la construcción, se percató de que las torres se hundían y amenazaban con desplomarse.
De igual manera, se dieron cuenta de los problemas a nivel estructural en la edificación en caso de cualquier evento sísmico, considerando su cercanía con la falla de Boconó.
Para ese entonces, la constructora a cargo, de la cual no se tiene mayor información, habría quedado sin fondos. El ingeniero a cargo de la obra, muy afectado por la precaria situación financiera de la constructora, decidió ponerle fin a su vida al lanzarse al vacío desde el último piso de una de las torres, falleciendo instantáneamente. Este hombre se convirtió en la primera persona en suicidarse en el lugar. La obra quedó paralizada a finales de los años 70.
A partir de ese hecho, parece que “algo incontrolable” se ha enseñoreado en el lugar. Mucha más personas han escogido lo alto de esas torres para suicidarse, bien sea por razones económicas, o de otro tipo, pero también por causa de enfermedades mentales. Otros, simplemente, aseguran que una voz les dice: “Lánzate, tu vida no vale nada; no vale la pena”.
Vecinos aseguran encontrarse con escenas espeluznantes: altares de santería, restos de animales muertos, basura, entre otras cosas, que han alimentado las leyendas urbanas que existen alrededor del complejo habitacional desde hace casi 50 años.
Magia negra y ocultismo
Testigos afirman que en las torres impera la magia negra y, con el tiempo, el ambiente fue tomado por una energía oscura que, según aseguran, induce a las personas a quitarse la vida. «Es un sitio de maldad -refirió un periodista que hizo algunas investigaciones- es como si estuviera embrujado, como si sobre él pesara un maleficio».
Muchas personas desean la demolición de las estructuras pues insisten en que sólo han traído miseria y esa aura oscura y temible. Allí pulula la venta de drogas y personas que se dedican a trabajos de hechicería. «Se escuchan voces que parecen murmullos, entremezclados con el soplo del viento. También gritos y sombras que vagan entre los edificios como si buscaran un lugar donde descansar», según los lugareños.
Ya no lo llaman por su nombre original, Las Torres del Sisal sino “el trampolín de la muerte”. Están ubicadas al oeste de la ciudad.
Demolición de las torres
En las Torres del Sisal se han suicidado unas 50 personas, sin contar los cuerpos sin vida que han sido abandonados en el lugar. Estos hechos continúan ocupando los titulares de la prensa no solo regional, sino nacional.
El último caso se registró el pasado lunes #19Feb cuando un hombre de 34 años intentó saltar al vacío, pero gracias a la “acción salvadora” de un funcionario de la Unidad de Respuesta Inmediata del 911, logró disuadirlo para que no atentara contra sí mismo.
Estas tragedias y todo lo que ha surgido alrededor de las Torres del Sisal, son las razones que argumentan los barquisimetanos que viven en zonas aledañas, para impulsar la demolición de lo que una vez se soñó sería el proyecto habitacional más grande de Venezuela.