Entre dimes y diretes: el hachador perdido

La historia del hachador perdido es  una de las más antiguas de los llanos venezolanos. Proviene de mediados del siglo XX. Se dice que un leñador decidió crear su propia urna un Viernes Santo.
Para ello, el hombre fue a buscar madera en las montañas. Antes de salir de su casa se fijó que una
mariposa negra, o como se les conoce tradicionalmente, tara, se posó en su puerta. Ese acto era
considerado de mal augurio, ya que donde se posa la tara, se acerca la muerte.
El hachador hizo caso omiso a la advertencia de aquella mariposa, y su ambición por cortar aquel
tronco para la madera fue la causante de su propia muerte. Dios lo castigó haciendo que su alma
vagase por toda la eternidad, en las tierras donde habitó.
Otra versión popular dice que el creador del universo encargó a un espíritu poderoso para cuidar
los bosques, manantiales, quebradas y animales que habitaran en la zona. Ese espíritu se trata del
Hachador Perdido, el cual protege a la naturaleza y se venga de todo aquel que se atreva a dañarla.
Esta versión es contada en su mayoría a los niños rebeldes, para intimidarlos y enseñarles a
respetar el mundo exterior. Cuenta la leyenda sobre el «Hachador Perdido» que es un ser alto, calvo y con ojos como si fueran fuego ardiente.
Además, tiene dientes filosos con un pecho cubierto de lana y manos planas como
las de una rana. Se dice que este ser siempre lleva consigo una hacha en su mano para atacar a todo aquello que va a las montañas. No lo hace por hambre, sino por ambición.
Muchos cuentan que este ser era antes un leñador que deseaba hacer su propia urna, pero en un
Viernes Santo, salió al monte a hacer sus tareas, hasta que Dios lo castigó en el momento en que
levantaba su hacha para cortar un tronco.
Tras esto, este hombre se convirtió en un alma en pena y vaga por los campos y bosques donde
eternamente hace lo que quiere. Se puede saber de su presencia cuando de repente se oye
retumbar terroríficamente golpes prolongados de un hacha.
Existe también un canto popular que nos habla de esta perversa ente y dice: «Si por la noche se escucha cabalgar algún lamento en San Casimiro, se pinta la sombra de tu recuerdo, si es que te encuentras penando en las montañas del tiempo, con gusto Hachador Perdido, yo te rezare tu Credo.»

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