La historia de María Lionza es fascinante y tiene sus raíces en la cultura indígena, africana y europea de Venezuela. Es una figura mística y poderosa que ha sido venerada por muchos como una diosa de la naturaleza y la sanación. Es considerada parte fundamental de la riqueza espiritual y herencia aborigen de Venezuela.
Según cuentan, era una blanca doncella indígena que logró sobrevivir al ser sacrificada al Dios de las aguas. Convirtiéndose en diosa protectora de la naturaleza. Así, esta mujer cabalga una danta en su Palacio de Sorte, velando por la naturaleza.
La historia de María Lionza
La historia cuenta que María Lionza se llamaba «Yara» y era una princesa indígena, hija de Nirgua, cacique de los Nívar, que nació con los ojos de color verde.
Esto fue interpretado como signo de mal presagio y, de acuerdo a la profecía, cuando creciera traería la desgracia a su pueblo a no ser que se la entregase en sacrificio a la Gran Anaconda que moraba en lo más profundo de las aguas.
Para evitar el sacrificio, Nirgua escondió a la niña de ojos claros durante años en las cuevas de las montañas de Sorte, siendo vigilada por los guerreros más fieles.
Sin embargo, un día Yara pudo escapar y, al ver su reflejo en un estanque, se encontró con los ojos también verdes del «Dueño de las Aguas», el temido reptil de su profecía.
Atraído por la joven, se la llevó, pero al enterarse, Nirgua acudió a su rescate. Esto desató la furia de la Anaconda, que se hinchó furiosa hasta reventar, causando una inundación que sepultó el hogar de los Nívar. Así, Yara decidió tomar su lugar como divinidad de las aguas y protectora de lo vivo.
Diosa de la naturaleza
Con el tiempo, su nombre se fusionó con las creencias religiosas africanas traídas por los esclavos que fueron llevados a Venezuela durante la época colonial. Es así como la figura de María Lionza comenzó a adquirir características de las deidades africanas, convirtiéndose en una figura mística y poderosa para muchos.
Hoy en día, es venerada en todo el país como una diosa de la naturaleza, la sanación y la protección. Su culto es una mezcla de tradiciones indígenas, africanas y cristianas. Los devotos creen que tiene el poder de curar enfermedades, proteger a las personas de la maldad, y conceder deseos.
Su culto se celebra en Sorte, ubicado en el estado Yaracuy. Allí, las personas se reúnen para hacer ofrendas y pedir su ayuda y protección. Estas incluyen flores, velas, frutas y otras cosas que se consideran sagradas para la diosa.
Vía Televen