Gran parte de lo que está haciendo el Barça es gracias, entre otras cosas, a la capacidad goleadora que está mostrando Raphinha en los momentos decisivos.
El brasileño está viviendo la mejor temporada de su carrera y en el partido frente al Benfica apareció en el momento adecuado para darle la ventaja en la eliminatoria al conjunto azulgrana (0-1) en la Champions League.
El duelo arrancó con un dinamismo arrollador y el estadio Da Luz era una auténtica caldera cada vez que el Barça se hacía con la pelota.
Se preveía un duelo de gran desgaste por el estilo de juego de los dos equipos, que llegaban al área con una velocidad endiablada y trataban de explotar el dinamismo por banda para hacer trabajar tanto a Trubin como a Szczesny.
Tras ese inicio fulgurante, el encuentro se calmó. Fue entonces cuando la afición benfiquista empezó a jugar su particular partido desde la grada.
Raphinha silencia Lisboa
Ese impulso extra desde la grada llenó de motivación al conjunto lisboeta, que volvió a apretar al Barça en la salida de balón. Y en el minuto 22, llegó el primer contratiempo para los culés.
Pavlidis le robó el balón a Pedri en tres cuartos de campo, el griego salió disparado como un auténtico obús y recibió una dura entrada de Cubarsí.
El colegiado Zwayer no se lo pensó dos veces y mandó a la caseta al joven central culé. El Barça se quedó con uno menos antes de llegar a la primera media hora de encuentro.
Esa circunstancia obligó a Hansi Flick a cambiar el esquema y el técnico alemán tomó la decisión de sacrificar a Dani Olmo para dar entrada a Araujo.
El egarense abandonó el terreno de juego con cara de pocos amigos y empezó un partido totalmente distinto, en el que el Benfica estuvo bastante más impreciso y en el que el Barça no pudo materializar las ocasiones de las que dispuso.
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