Una de las formas más básicas de la sociedad es la pareja (Fernández-Christlieb, 2005). En ella, se establecen reglas de convivencia que se espera sean respetadas y cumplidas por los miembros que la componen.
Un estudio arrojó que los hombres fueron infieles por sentirse aburridos, incómodos, por una necesidad meramente sexual, por falta de variedad y por sentirse confundidos en la relación de pareja, en comparación con las mujeres que lo hicieron más porque se sintieron solas e incomprendidas en la relación.
Algunas de las causas más comunes que llevan al rompimiento de la relación de pareja son: la falta de atención al cónyuge, el descuido que se tiene por los hijos, el maltrato, el rechazo, las discusiones, las peleas, el castigo, las venganzas, las agresiones, la traición, el engaño, la mentira, el repudio y la infidelidad (Bastida, Valdez Medina, González Arratia & Rivera, 2012a), que es una conducta cada vez más recurrente (Valadez, 2012).
El establecimiento de la relación de pareja a partir de la atracción y el cortejo, lleva a la necesidad de tratar de conservarla, para evitar llegar a la ruptura, según el autor (Buss, 2005).
Así, para conservar la relación, los que la conforman intentan mostrar amabilidad, compatibilidad, confianza, fidelidad, tener expectativas comunes, un buen nivel de comunicación, ser buenos amantes, ser atractivos, así como ser buenos educadores y cuidadores de los hijos. Al mismo tiempo tratan de cuidar la economía y compartir las tareas favorables para la pareja o para la familia en general (Bastida, Valdez-Medina, González-Arratia & Rivera, 2012b).
Por Francisco Arias