Cuando José Raúl Mulino tomó posesión el pasado 1 de julio, el flujo migratorio a través de la selva del Darién, la frontera natural entre Panamá y Colombia, se mantenía en uno de sus picos más altos, con la cifra récord de más de 500 mil migrantes solo en 2023.
Pero un año después se ha reducido a mínimos, proclamando el mandatario que «para todos los efectos prácticos, Darién está cerrado».
El mismo día de la toma de posesión del nuevo Gobierno de Mulino, Panamá firmó un Memorando de Entendimiento (MoU) con Estados Unidos, que se había ido posponiendo durante la administración anterior, sentando las bases para la cooperación migratoria que permitió, con la financiación de Washington con un aporte inicial de 6 millones de dólares, el comienzo de los vuelos de repatriación desde el país centroamericano.
El primer vuelo, con destino a Medellín, partió el 20 de agosto con una treintena de migrantes colombianos.
Desde entonces, se repatriaron al menos 2 mil 346 migrantes en 53 vuelos a países como Colombia, Ecuador o la India, aunque los venezolanos, mayoría en el paso por la selva del Darién, no podían ser deportados debido a la falta de acuerdos entre Venezuela y Panamá.
Este número, aunque pequeño respecto al total de migrantes que cruzaban el Darién, sumado a otras medidas como el cierre con alambrada de algunas trochas para canalizar el flujo, desencadenó el miedo a la deportación entre los que entraban a Panamá por la selva, incluso con la separación de familias como fue testigo EFE el pasado septiembre, con un colombiano que fue retenido a pesar de que viajaba con su pareja venezolana.

Mulino «cerró» el Darién
Luego, la elección en noviembre de Donald Trump como nuevo presidente estadounidense, y su toma de posesión en enero implementando desde el principio duras políticas antimigratorias, como la cancelación del CBP-One para solicitar desde México la entrada regular a Estados Unidos, supuso el golpe final al flujo migratorio.
Las cifras son rotundas. Según datos oficiales recopilados por las autoridades panameñas hasta este mes, en la primera mitad del año cruzaron el Darién hacia Norteamérica 2 mil 927 migrantes, la mayoría de ellos en enero, 2 mil 229, para ir luego descendiendo con 408 en febrero, 194 en marzo, 73 en abril, 13 en mayo y solo 10 en junio.
«Este año, abril, 73 nada más, lo cual es una misión cumplida en nuestra política migratoria que se ha hecho con mucho esfuerzo y para todos los efectos prácticos para nosotros, Darién está cerrado», sentenció Mulino ese mes para dar por zanjada la crisis migratoria.
Esos datos chocan con el flujo de los últimos años, cuando en abril de 2023, en un solo día, llegaron a cruzar el Darién más de 2 mil migrantes, 40 mil 297 en todo el mes, más de 520 mil al final el año; frente a los 248 mil de 2022 o los más de 300 mil de 2024, cuando la tendencia indicaba que se superaría el récord histórico previo.
La zona cero del flujo migratorio en Darién, sin migrantes
Para llegar a la zona cero del flujo migratorio por el Darién, el pequeño poblado indígena de Bajo Chiquito, es necesario ascender durante varias horas en canoa por el río Tuquesa.
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