Después de más de un año de travesía, de cruzar la selva del Darién, lavar carros en Guatemala y limpiar vidrios en Ciudad de México, Luis Alberto Castillo recibió el mensaje que tanto esperaba: una fecha para entrar a Estados Unidos.
Un día antes de que Donald Trump asumiera la Presidencia —y pusiera fin a la aplicación ‘CBP One’, con la que Castillo consiguió su cita con migración— el venezolano se presentó ante las autoridades en la frontera con México. Las horas pasaban y su familia dejó de recibir noticias, hasta que su esposa recibió una llamada. «Me metieron preso. Es por los tatuajes».
Semanas después, su familia lo vio esposado en imágenes que EE.UU. compartió del primer grupo de migrantes enviados a la base militar de Guantánamo.
En sus primeras semanas en el poder, el Gobierno de Trump celebró la detención de miles de migrantes indocumentados, trasladando a algunos a Guantánamo bajo acusaciones de vínculos con el crimen organizado. La secretaria de Seguridad Nacional, Kristi Noem, los calificó como «lo peor de lo peor».
Sin embargo, los familiares de tres de los migrantes encarcelados en la isla cuentan a EFE otra historia. Aseguran que no fueron arrestados en las calles, sino que ya estaban bajo custodia en un centro de detención en Texas, algunos desde hace más de cinco meses. Niegan que pertenezcan al Tren de Aragua y los describen como hombres trabajadores que huyeron de la crisis en Venezuela.
Migrantes venezolanos en Guantánamo
Castillo tiene varios tatuajes, entre ellos una corona en el cuello y el logo de ‘Air Jordan’, símbolos que las autoridades estadounidenses han asociado con el Tren de Aragua. «Dicen que soy del Tren de Aragua (…) aquí todos los venezolanos están por lo mismo», se le escucha decir en un audio enviado a su esposa.
Trump ha calificado a este grupo criminal como terrorista y lo ha vinculado con los cientos de miles de migrantes venezolanos en el país.
Ronna Rísquez, investigadora especializada en la banda, explica a EFE que, aunque la presencia del Tren de Aragua en EE.UU. es real, se ha «exagerado para justificar acciones contra los migrantes venezolanos». Afirma además que los tatuajes no son un requisito de pertenencia a la organización.
En el primer mandato de Trump, la ONG ACLU demandó al Gobierno por detener a jóvenes migrantes bajo acusaciones de pandillerismo sin evidencia, usando tatuajes como único argumento.
Para Yajaira Castillo, hermana de Luis Alberto, la situación de su hermano es injusta: «Es inocente, humilde y trabajador. ¿Dónde está la sentencia que diga que es del Tren de Aragua?».
EFE no encontró antecedentes criminales de Castillo en EE.UU. y accedió a documentos que prueban que no tiene récord en Colombia o Venezuela.
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