Este martes, el ejército israelí ha terminado sus bombardeos sobre Irán y reabrirá su espacio aéreo. El portavoz militar, Daniel Hagari, advirtió que “el ataque tendrá consecuencias”, aunque no se han reportado víctimas mortales. Teherán lanzó cerca de 200 misiles hacia Israel tras el asesinato de Hasan Nasralá, líder de Hezbolá, lo que ha intensificado el conflicto. Alarmas se activaron en Jerusalén y Tel Aviv, donde un proyectil impactó un edificio.
De acuerdo con declaraciones oficiales, las FDI han comenzado “incursiones terrestres limitadas, localizadas y selectivas”, respaldadas por ataques aéreos y de artillería contra objetivos considerados terroristas por Israel. Esta escalada militar ha llevado a un aumento significativo de la violencia en las zonas fronterizas, incluyendo ataques recientes en Dahiyeh, al sur de Beirut.
Es realmente alarmante lo que está sucediendo. En las últimas 24 horas, el Ministerio de Salud del Líbano ha reportado al menos 95 muertes y 172 heridos como resultado de los ataques israelíes, con la mayoría de las víctimas concentradas en el sur del país. Estas cifras reflejan la grave crisis humanitaria que se está desarrollando, con cientos de familias desplazadas y sin acceso a atención médica.
Por su parte, Hezbolá ha respondido a los ataques disparando contra las tropas israelíes cerca de la frontera. El grupo ha afirmado que sus acciones han logrado impactos directos en objetivos israelíes, intensificando así el ciclo de violencia.
Es importante estacar que, aunque se previó una invasión más amplia por parte de Israel, funcionarios estadounidenses instaron a reconsiderar esta opción tras extensas conversaciones. Este llamado a la moderación es crucial para evitar una mayor escalada del conflicto y sus catastróficas consecuencias humanitarias.
La situación actual exige una respuesta inmediata por parte de la comunidad internacional para abordar las necesidades urgentes de la población civil afectada y promover un diálogo que busque una solución pacífica.
